Nuestro enfoque de diseño entreteje componentes formales, paisajísticos, bioclimáticos, materiales y de color teniendo en cuenta las variadas y complejas interacciones humanas que son las que, finalmente, le dan sentido a los espacios – nos gustan los lugares habitados y buscamos entender el impacto que tienen los espacios sobre el individuo.
Vemos en la arquitectura un componente transformador de sociedades, pues creemos que el buen diseño moldea positivamente el comportamiento y las interacciones humanas al promover ambientes justos y saludables.
Disfrutamos trabajar en variadas escalas, pues ampliar y enfocar continuamente la visión arquitectónica nos permite entender las diferentes relaciones que componen el habitar. Buscamos potenciar la interacción del individuo con la arquitectura que lo rodea enfatizando en el desarrollo minucioso desde el interior de los proyectos, sin importar su escala. Entendiendo que cada individuo pasa el 80 | 90% de su vida en interiores buscamos crear interiores saludables y estimulantes a través de nuestros procesos de diseño. Esta práctica se reafirma aún más durante los últimos meses, por el impacto que la pandemia está teniendo en nuestras sociedades.
Nuestra metodología de trabajo abarca entonces el análisis del componente social [usuario|cultura], natural [geografía|clima] y técnico [materiales|economía] de cada proyecto – y andamos en la búsqueda continua de nuevos referentes y colaboraciones con artesanos y profesionales, que puedan enriquecer nuestro proceso y nuestra finalidad.
Una amplia investigación de materiales nos ha permitido darle forma a los espacios que imaginamos y encaminarnos hacia el uso coherente de los mismos, procurando que sean responsables con el medio ambiente.
El proceso es el centro de nuestro hacer cotidiano. La flexibilidad, como atributo propio a los espacios que diseñamos, es parte inherente de nuestra filosofía de vida. Buscamos la evolución constante, partiendo de una base de valores estables que buscan propiciar el fluido desarrollo del ser.
Pensamos al arquitecto como el traductor de las necesidades humanas y su entorno natural en espacio físico tangible; y asumimos la enorme responsabilidad de responder apropiadamente a este llamado. Creemos que la transición de las ciudades hacia la sostenibilidad empieza desde adentro, aprovechando estructuras existentes para responder a las necesidades emergentes de una sociedad.
Para nosotras, todos los retos son soluciones de diseño.
No creo en la arquitectura como un medio de auto-expresión. Por el contrario, estoy convencida de que, al tener la capacidad de transformar las necesidades humanas en espacio físico tangible, el arquitecto tiene la enorme responsabilidad de responder apropiadamente a ellas.
La buena arquitectura debe tener en cuenta el complejo entramado de relaciones que se generan entre diferentes parámetros condicionantes. No creo que el arquitecto se enfrente, como un escritor o un artista, a trabajar sobre una hoja en blanco.
Condicionante 1: componentes geográficos y climáticos (ambientales)
El análisis de las condiciones geográficas y climáticas
Condicionante 2: las personas
Creo firmemente que la buena arquitectura va más allá del entendimiento y la conformación de las formas físicas; la buena arquitectura debe relacionarse con las personas; debe estar hecha para ellas; debe nacer del entendimiento de sus necesidades.
El trabajo del arquitecto es traducir esas necesidades y deseos en espacios habitables. Es el análisis de las variadas y complejas interacciones humanas lo que, finalmente, define la forma arquitectónica; somos las personas las que le damos uso y por ende, un propósito, a un espacio.
Condicionante 3: los materiales
Condicionante 4: la economía
Al final, los usuarios son los que le dan un sentido y un propósito a las formas y los espacios arquitectónicos.
Cualquier proyecto arquitectónico impacta directamente a la sociedad. La buena arquitectura debe educar y proveer ambientes justos; debe
La arquitectura puede transformar sociedades.
Las ciudades no van a desaparecer; por eso hay que transformarlas